sábado, 10 de mayo de 2008

UNIDAD 3-MODELOS ECONÒMICOS

MODELO DE DESARROLLO ESTABILIZADOR

ASPECTO POLÌTICO
Si la historia de México en los últimos 50 o 60 años fuera dividida en períodos, uno de ellos sin duda sería el “Desarrollo Estabilizador”. Un tiempo que ha recibido varios nombres, como “El Milagro Mexicano”, “Proteccionismo”, “Sustitución de Importaciones”.

Y quizá otros más que hacen referencia a los años que van de los 50 al inicio de los 70, terminando con el gobierno de Díaz Ordaz y habiendo empezado con Miguel Alemán al final de los 40.

Esta fue una época sin crisis económicas recurrentes, baja inflación, estabilidad política y crecimiento económico aunque debe señalarse que existía al menos un serio problema, el de la falta de ahorro nacional.

POLÌTICA ESTABILIZADORA
Al comenzar el periodo Ruiz cortinista, la economía mexicana estaba inmersa en una inflación cuyo proceso, originado en los sexenios anteriores no se había podido erradicar a pesar del rápido crecimiento económico iniciado en 1950.

Por el contrario, fue precisamente ese auge el que desato una inflación acelerada por haberse incrementado las inversiones de forma desmesurada, debido a los efectos que trajo consigo la exagerada dependencia hacia los mercados extranjeros, y a la estrechez del mercado interno provocada por la política de control de salarios.

De esta manera, después de 10 años de crecimiento ininterrumpido, la economía nacional había llegado a una situación de crisis de la que no podría salir sin la ayuda del sector gubernamental. Por eso aunque Ruiz Cortinez reconocía la necesidad de continuar fomentando la producción, puso en marcha una política estabilizadora, que consistió principalmente en un plan agrícola de emergencia, importación de alimentos básicos, control del comercio y equilibrio presupuestal.

CONSECUENCIAS DE LA POLÌTICA ESTABILIZADORA
Con la política de fomento a la industria, la moderación del gasto publico. El equilibrio del presupuesto basado esencialmente en una mayor utilización del crédito externo, y la política monetaria que fijo la paridad cambiara en 12.50 pesos por dólar, el gobierno logro poner fin a la espiral inflacionaria que hasta entonces había estado acompañado al crecimiento económico del país, permitiendo con ello que México entrara en la etapa del “desarrollo estabilizador”, triunfo que habría de causar el asombro en el ámbito internacional y fue considerado como “el milagro mexicano”.

El lado positivo, durante estos años del Milagro Mexicano, las autoridades tuvieron un comportamiento conservador en el manejo de sus finanzas. El gobierno en estos tiempos no recurría al mercado de capitales a pedir préstamos y eso, sin duda, ayudó a tener tasas de interés razonablemente bajas.

CONFIRMACIÒN DEL DESARROLLO ESTABILIZADOR
La difícil situación económica que encontró López Mateos al iniciar sus gestiones, así como la necesidad de continuar impulsando el desarrollo económico, llevaron al planteamiento de dos objetivos prioritarios
1) Mantener la estabilidad monetaria
2) Conservar la estabilidad en los precios

Lograr el primer objetivo era primordial para López Mateos, por lo que se procuro limitar las importaciones, ejerciendo un control mas estricto sobre las compras en el exterior, tanto privadas como del Estado.

El segundo objetivo implico una política de control del gasto publico y una reestructuración administrativa que permitió aprovechar mejor los recursos financieros disponibles. A fines de 1959, la situación era mucho mas estable que los 3 años anteriores.

EFECTOS NEGATIVOS
Una causa producida por el efecto estabilizador fue el abandono del campo. Toda la atención de las autoridades estuvo centrada en la industrialización de país con la actividad del campo relegada a un lugar muy secundario, tanto que se ha dicho que de esta época data la creación de los “dos Méxicos”, el del campo y el de la ciudad.

Tenía un problema de fondo que era el límite del mercado nacional, pues las empresas al no exportar no producían más de lo que los mexicanos podían comprar. En esos tiempos las empresas no exportaban. Eso provocó que en el país no se tuvieran divisas extranjeras y sin ellas no podían comprarse productos que eran necesarios para que la economía siguiera creciendo.

Éste era un serio problema de la política económica de esos tiempos. Sin exportar y concentrados en el mercado mexicano nada más, era imposible tener dólares u otra moneda extranjera para comprar en otros países productos necesarios para seguir creciendo.

Con maquinaria no renovada y sin competencia, las empresas mexicanas no tenían incentivos para mejorar sus productos ni bajar sus precios. Con la mentalidad del proteccionismo que privilegia a la industria se tuvo un desarrollo nacional desigual: las grandes ciudades gozan de prosperidad creciente, pero no las zonas rurales.

Esto ocasiona un efecto colateral indeseable, la emigración de personas, de las áreas marginadas a las áreas de mayor crecimiento; buscando mejorar su vida, muchas personas se mudan a las ciudades mayores, especialmente al DF.

EL DESARROLLO ESTABILIZADOR EN SU ULTIMA FASE
Durante el sexenio de Díaz Ordaz, la economía mexicana disfruto de uno de los periodos de mayor crecimiento. El PIB creció a una tasa promedio de 7.1% entre 1963 y 1971. con base al éxito obtenido hasta ese momento por el modelo de sustitución de importaciones, se considero llegada la oportunidad de profundizarlo, es decir, avanzar de la fabricación de bienes de la industria ligera, a la fabricación de bienes intermedios y de capital. Todo esto bajo el criterio de que el progreso debía basarse en los recursos de los mexicanos, y de que el crédito y la inversión extranjera debía ser complementario de los nacionales.

En 1970, los signos de progreso material que hacían ver a México con optimismo eran muchos; sin embargo, el modelo de desarrollo ya empezaba a mostrar signos de agotamiento. Los factores del debilitamiento del modelo de sustitución de importaciones fueron: la perdida de competitividad en la industria.

El rezago del sector agropecuario; la creciente dependencia financiera del exterior, y la explosión demográfica urbana. En resumen, el descontento de las clases medias en ascenso, presiones económicas y rechazo al autoritarismo de Díaz Ordaz, arrojo un saldo negativo al final del periodo.

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