sábado, 10 de mayo de 2008

REVOLUCIÒN MEXICANA





La Revolución Mexicana es el movimiento armado iniciado en 1910 para terminar la dictadura de Porfirio Díaz y que culminó oficialmente con la promulgación de una nueva Constitución en 1917. Aunque los brotes de violencia continuarían hasta finales de la década de los años veinte. El movimiento tuvo gran impacto en los círculos obreros, agrarios y anarquistas a nivel internacional pues la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 fue la primera en el mundo en reconocer las garantías sociales y los derechos laborales colectivos. Se estima que a lo largo de la lucha murieron más de 900 mil personas, civiles y militares.

Después de que se anunciara la posibilidad de un cambio político surgieron 2 grupos principales de tendencia revolucionaria: el Partido Nacionalista Antirreeleccionista y el Partido Democrático, mientras que los grupos de tendencia porfirista, como el Partido Nacional Porfirista y el Partido Científico optaron por reorganizarse para actuar mejor ante la inminencia de una campaña de electoral. Otra agrupación que también se desarrolló con cierta amplitud, fue el Partido Reyista.

En el Partido Democrático se encontraban personas que encontraban preferible que Porfirio Díaz siguiera al frente del poder, pero creían que era necesario que se buscara un candidato distinto a Ramón Corral para la Vicepresidencia de la República, como lo manifestaron en abril de 1909; sin embargo este partido no alcanzó la popularidad necesaria y fue disuelto. Ante esta situación, el Partido Científico presentó como Candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República, a Porfirio Díaz y a Ramón Corral, respectivamente.

En mayo de 1909 estaba funcionando ya el centro Antirreeleccionista, en cuyas filas se hallaban personas que poco más tarde iban a tener una importante actuación política, tales como: Francisco I. Madero, Emilio Vázquez Gómez, Toribio Esquibel, José Vasconcelos y Luis Cabrera. El primero de ellos, Madero, ya se había hecho célebre para entonces, debido a la publicación su libro titulado “La Sucesión Presidencial en 1910”, en el que hizo un estudio de la situación política mexicana, con cierto criterio revoulucionario.

El Partido Reyista, sin tener propiamente un programa doctrinal completo, comenzó a trabajar para presentarse a las elecciones con dos candidatos: el General Porfirio Díaz para la presidencia y el General Bernardo Reyes para la Vicepresidencia, sin embargo Porfirio Díaz lo comisionó con un pretexto de tipo militar para ir a Europa, dejándolo fuera de la escena política. El Partido Reyista se disolvió y sus miembros formaron el Partido Nacionalista Democrático, que participó junto con el Partido Antirreeleccionista, en la Convención Nacional Independiente, que tuvo lugar en la Ciudad de México en abril de 1910.

Para dar impulso y vigor al partido y a la Cinvención, Francisco I. Madero realizó una gira por algunos Estados de la Nación, lo que logró despertar entusiasmo en algunos y aumentó el número de integrantes de la Convención. Una vez instalada plenamente, se puso a discusión el tema de las elecciones y se resolvió presentar como candidato a la Presidencia de la República a Francisco I. Madero, y como candidato a la Vicepresidencia a Francisco Vázquez Gómez, antiguo médico de Porfirio Díaz, de quién se había distanciado políticamente para entonces. Al mismo tiempo que se lanzaba esa fórmula de Madero-Vázquez Gómez, los convencionistas elaboraron un programa que iba a servir como bandera de lucha, y en la cual los principios de “no reelección” del Presidente y de los Gobernadores, y de “Sufragio efectivo”, eran esenciales.

En su calidad de candidato a la Presidencia de la República, Francisco I. Madero realizó una nueva gira política por la República, despertándo un gran entusiasmo a favor de sus planteamientos de oposición al régimen de Porfirio Díaz, enfocadas a lograrlo no por la violencia, sino por la participación de los ciudadanos en las elecciones. El gobierno se alarmó a la vista de tal situación y aprehendió a Madero, acusándolo de delitos de ultrajes a la autoridad y de intento de rebeldía en Monterrey, conduciéndolo después a San Luis Potosí para que se siguiera el proceso correspondiente; su defensa logró que saliera libre bajo caución, con la condición de que no abandonara la ciudad. En este ambiente tenso tuvieron lugar las elecciones a mediados de 1910, en las que se presentaron diversas irregularidades y resultaron electos Porfirio Díaz y Ramón Corral, que ocuparían los cargos de presidente y vicepresidente respectivamente para el periodo 1910-1914.

Al darse cuenta de que una solución pacífica era imposible, Francisco I. Madero, dispuesto a iniciar un levantamiento armado, se fugó de San Luis Potosí hacia San Antonio, Texas, donde proclamó el Plan de San Luis, de 5 de Octubre de 1910, en el que declaró:

“Haciéndome eco de la voluntad nacional, declaro ilegales las pasadas elecciones y quedando por tal motivo la República sin gobernantes legítimos, asumo provisionalmente la Presidencia de la República, mientras el pueblo designa conforme a la ley a sus gobernantes”.
Acto seguido, señaló en el artículo 7 de dicho plan, “El 20 de Noviembre, desde las seis de la tarde en adelante, todos los ciudadanos de la República tomarán las armas para arrojar del poder a las autoridades que actualmente nos gobiernan”. Ese día, sin embargo, prácticamente no sucedió nada, a excepción de levantamiento en Puebla el día 18. El resto de los brotes rebeldes estallaron en los días subsiguientes.

El gobierno porfirista se apresuró a acabar con los centros Antireeleccionistas que más peligro implicaban, tomando disposiciones en contra de los de México y Puebla. En esta última ciudad, donde Aquiles Serdán encabezaba a los antireeleccionistas, se recibieron infomes de que en su casa se encontraban individuos con armas, por lo que policía se aprestó a hacer un cateo, sin embargo, cuando los gendarmes llegaron se les hizo fuego, muriendo en el acto Miguel Cabrera, Jefe de la Policía en Puebla y prolongándose el tiroteo por mucho tiempo lo que hizo necesaria la intervención del ejército para sitiar la casa y ocuparla finalmente.

El 20 de noviembre, según lo planeado, Madero cruzó la frontrera entre Estados Unidos y México para iniciar el movimiento revolucionario en Ciudad Porfirio Díaz (hoy Piedras Negras), pero no tuvo éxito y le fue preciso regresar a territorio norteamericano. A pesar del aparente fracaso, durante las semanas siguientes cambió el panorama y la revuelta comenzó a extenderse a lo largo de la República, mientras que se hacía notar la influencia de los Estados Unidos, que en favorecieron al maderismo al movilizar veinte mil soldados hacia la frontera mexicana para “mantener la neutralidad”, y al enviar barcos de guerra se a distintos puertos mexicanos del Golfo, creando una presión para el gobierno porfirista.

Entre los Jefes rebeldes que se lanzaron a la rebelión en ese entonces, pueden mencionarse los siguientes; Emiliano Zapata, Ambrosio y Rómulo Figueroa, y Manuel Asúnsulo en Morelos; Salvador Escalante y Ramón Romero en Michoacán y Jalisco; Gabriel Hernández en Hidalgo y Pascual Orozco en Chihuahua, entre otros. En Chihuahua las acciones de Abraham González fueron determinantes durante los primeros días del movimiento.

Las tropas Rebeldes, dirigidas por el Primer Jefe, Venustiano Carranza, se dividieron en tres porciones principales que fueron: el Ejército del Noreste, mandado por el General Pablo González Garza; EL Ejército del Norte, mandado por Francisco Villa; y el del Noroeste encabezado por Álvaro Obregón. Poco a poco las líneas de resistencia de los federales se fueron doblegando. González avanzó hasta ocupar Tampico y Monterrey, Villa causó las más serias derrotas a los federales al tomar los estados de Chihuahua, Coahuila y Zacatecas –con hechos de armas sangrientos encabezados por Rodolfo Fierro quién fue el principal culpable de éstos, sobre todo en las tomas de Torreón y Zacatecas-, y Álvaro Obregón que adelantó sus fuerzas por las costas del Pacífico, hasta ocupar Guadalajara a mediados de 1914. La lucha era fuertemente dramática en aquellas zonas, mientras que ardía el Sur con la Rebelión Zapatista. En este ambiente de notable violencia, los gobiernos que formaron el grupo ABC –Argentina, Brasil y Chile- fueron invitados a servir como mediadores entre los rivales mexicanos, y concurrieron para ello a las Conferencias de Niagara Falls, en las cuales los norteamericanos se convirtieron en los voceros de los Carrancistas y señalaron que era indispensable que Victoriano Huerta dejara el poder. En tales términos, Huerta, comprendiendo que su causa estaba perdida, renunció y quedó como presidente el Licenciado Francisco Carvajal, quién ostentó el cargo del 15 de Julio al 13 de agosto de 1914, y se esforzó por que hubiera un gobierno equilibrado y se evitara un desastre nacional, pero los carrancistas y los norteamericanos se mostraron intransigentes y Carvajal abandonó el poder. Algunos funcionarios del régimen se entrevistaron con Álvaro Obregón, y celebraron los Tratados de Teoloyucan, en los que se convino la entrega de la Ciudad de México y la disolución del Ejército Federal, que siempre había sido Porfirista.

El 15 de agosto de 1915, las primeras fuerzas revolucionarias ocuparon la Capital, y Obregón quedó como autoridad principal. Este, entre otras cosas, dispuso la ocupación de varios templos y la aprehensión de los sacerdotes del Arzobispado de México para exigirles medio millón de pesos, que no entregaron porque no los había: a resultas de ello, decretó la expulsión de los sacerdotes extranjeros, a los mexicanos los amago de muerte, y a algunos los envió a Veracruz, quedando libres al final, logrando así oposición con viejos miembros del Partido Católico que presidía Rafael Ceniceros y Villareal. En general, la acción en el área carrancista fue, en muchos sitios antirreligiosa. En Durango, Obregón tomó para así el anillo pastoral del Obispo, cuando este no pudo darle el dinero que se pedía, y se le obligo a barrer las calles. En muchos lugares muchos sacerdotes fueron expulsados o reducidos a prisión, pena de muerte a ellos en San Luis Potosí, cierre de Colegios Católicos, muerte por confesión, quema de confesionarios, esta acción persecutoria, no fue impulsada por Venustiano Carranza, sino por las ideas de Álvaro Obregón, que finalmente serían seguidas por Plutarco Elías Calles, que en ese tiempo ya era General y que originarían la Guerra Cristera. En cambio, en el campo zapatista, no existieron estas persecuciones.

BIBLIOGRAFÌA
*Cien años de confusión. Macario Schettino Editorial Taurus ISBN 978-970-770-923-2
*www.wikipedia.com/revolucionmexicana

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